la Poesía de Ricardo López Aranda  

 

COMO EN LA NOCHE PASA UN TREN, PASA UN COMETA

No te has perdido nada, te lo juro.

Te habrían enseñado
a creer en las palabras
grandes, en los sueños.
Para después, de grande,
descubrir que no era cierto.
Así estás mejor: desnacido,
regresado, muerto.

Desde este solitario acantilado,
desde el que me asomo a tu cuadrado
pequeño mar de mármol,
quiero decirte la verdad.

La vida es como
un resbalar de cielo a tierra
de mil extrañas figuras inconcretas,
mientras se oyen las voces
de los asustadores oráculos.
El tiempo es lo que se tarda
en descifrarlos. En saber
que no eran nada.

Yo lo supe muy pronto
para mi desgracia. Y para
no desesperar me hice
sacerdote de sueños
-que eso es ser poeta-.
Me inventé algunos muy hermosos.
Y durante muchos años
he creído -y así fui feliz- en ellos.
Hoy, hijo mío -¿qué más
da ya?- puedo decirte
-y debo- toda la verdad.

Como trenes que pasan en la noche
-lejanos, fugaces, incendiados-
así son los sueños:
algo que se espera y se espera
y cuando, al fin, llegan
no hay apeadero
desde donde subirse a ellos,
y pasan -fugaces, incendiados-
como cometas
sin asidero, luminosos, ciegos.

Eso es vivir: tejer la nada
del pasado con la nada del futuro
con la lanzadera de los sueños.

No has perdido nada, te lo juro.

 

poema de Ricardo López Aranda - editado en el libro "Biografía Secreta" - No clasificado